martes, 28 de julio de 2009

LAS SONRISAS DE CÁNDIDO

Dicen que el alma pesa 21 gramos. Que, al morir, nuestro cuerpo experimenta una súbita pérdida de peso. A Cándido, sin embargo, le pasó lo contrario. En el momento en que la máquina indicó que sus constantes eran más constantes que nunca, la camilla crujió y se desplomó en medio del quirófano. Había ganado 21 kilos. Ninguno de los atónitos presentes adivinó que aquel individuo era un ladrón de sonrisas, que se había dedicado a robarlas durante toda su vida y que ahora, finalmente éstas se cobraban su venganza.

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